Ocupan al prestigioso arquitecto italiano el cambio climático que vamos a tener y la economía circular que deberíamos de practicar.

ASOMA, la Asociación Española de Fabricantes de Ventanas de Madera y Mixtas Madera-Aluminio, ha llamado a la puerta del prestigioso arquitecto italiano Manuel Benedikter. Le ha preguntado por su relación con la madera y sobre sus ideas acerca de la arquitectura que viene.

Manuel Benedikter estudió arquitectura en la “Technische Universität Wien” y en la “Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona”. Graduado en 1998 en la de TU Viena, realizó el Examen de Estado en la Universidad de Venecia y pertenece a la Asociación Italiana de Arquitectos desde 1999.

Es experto en ClimateHouse (CasaClima en Italia), la certificación de eficiencia energética que promueve la adopción de métodos de construcción de edificios que cumplan con los criterios de ahorro de energía y protección del medio ambiente. Imparte clases en cursos de formación avanzada y seminarios sobre edificios pasivos y de bajo consumo energético.

“Construí mi primera casa de madera en 2000-2001 -rememora Manuel Benedikter-. Al año siguiente nació en Italia CasaClima *; un certificado de sostenibilidad de los edificios que nació en la región del Tirolo del Sur, Alto Adige, donde resido, que hoy es obligatorio para todas las construcciones que se llevan a cabo en esta comarca, y que globalmente suma en torno a 6.000 edificios certificados, algunos de ellos en España”.

* CasaClima es una certificación semejante a la Minergie de Suiza, la ActiveHaus de Austria o la más conocida en España, la Passivhaus de Alemania.

 

“Marché a estudiar a Viena porque allí existía un debate a nivel académico sobre arquitectura sostenible, que me interesaba mucho”, relata el arquitecto italiano.

 

¿Saben los arquitectos proyectar edificios pasivos?

Todos aprendemos a escribir en la escuela. Algunos llegan a ser periodistas, los mejores se hacen novelistas y sólo los elegidos ganan el Nobel de Literatura. Para escribir es imprescindible conocer las normas y la gramática, que es igual para todos.

Para mí el ahorro energético es gramática.

La arquitectura es un arte, pero tenemos que saber las reglas. Y muchos arquitectos no las saben; producen una arquitectura deficiente, a nivel energético. Una casa bien diseñada, desde el punto de vista de la arquitectura, se tiene que saber declinar también de forma energética.

Algunos arquitectos dicen que de todo esto se ocupen los ingenieros … me parece bien, pero que se haga.

 

¿Qué es la madera, para Manuel Benedikter?

Para mí la madera es casi el material perfecto. Es el único material que tenemos que crece solo, natural y renovable. Cualquier otro precisa de una enorme cantidad de energía para extraerlo o transformarlo.

Por ello, en una construcción de bajo consumo enegético, sostenible desde el punto de vista de la materialidad, es lógico emplear madera. Naturalmente, en muchas situaciones lo más inteligente es emplear hormigón, acero o aluminio, dependiendo de lo que vamos a hacer. La madera no es para todo, ni es para todos los edificios. Pero es un material con mucho potencial en la arquitectura que viene.

 

En su amplio portfolio de proyectos realizados, ¿qué le ha aportado y enseñado la madera, más allá de lo que esperaba de ella?

He aprendido mucho escuchando la experiencia de los artesanos. Que la trabajan desde hace muchos años, por varias generaciones, y conocen casi de forma intuitiva qué especie es la idónea para casa uso, cómo se debe tratar, cortar, mecanizar, proteger, decorar … y sobre todo qué errores no se deben cometer con este material, ante el sol, el agua, la proximidad del suelo, etc.

Lógicamente los arquitectos como yo y los de mi generación hemos querido traspasar la arquitectura tradicional y proponer diseños modernos. Ahí cambia la lógica constructiva, porque hay un proceso industrial, una prefabricación, que es mejor para la madera y para quien la trabaja.

Con todo, he tratado de sumar tradición y experiencia al desarrollo tecnológico y de ingeniería que nos ha llevado hasta hoy, y he entendido que ha cambiado mucho la manera de utilizar la madera en la construcción. Hasta el punto de que ha irrumpido en la escena la edificación con madera en varias alturas.

 

¿Cómo deben ser las ventanas en las casas pasivas?

Las ventanas y yo somos muy amigos. Es el elemento constructivo menos conocido por quienes dibujan las casas. Desde 2004 doy clases a arquitectos e ingenieros, e incluso carpinteros, sobre cómo diseñar correctamente los cerramientos para la envolvente de los edificios. Es fundamental orientar a los arquitectos para elegir la ventana correcta y, muy importante, también sobre cómo colocarla correctamente en la obra. Se cometen muchísimos errores en este sentido.

La ventana es la central de energía gratuita que tenemos en las fachadas, son como los ojos en una persona; le dan la cara a un edificio, e incluso desvelan si éste es guapo, feo, listo o tonto. En general, la ventana es un elemento que nos ayuda mucho a proyectar el conjunto.

En los edificios de bajo consumo energético, consumo cero o incluso productores de energía, la ventana es fundamental. Es uno de los elementos más importantes, si no el más importante.

 

¿Es mejor si son de madera?

Además de sus ventajas medioambientales indiscutibles, he de añadir que sus prestaciones inherentes para el aislamiento térmico son formidables. Algo que está sobradamente demostrado y contrastado.

Si decidimos incorporar ventanas de madera, me gusta pensar que esa madera va a ser del propio territorio o su proximidad. Es una idea un poco romántica, pero siempre lo manifiesto. En la realidad, casi siempre la madera de estas casas proviene de muy lejos, y esto desvirtúa y desvaloriza el potencial de sostenibilidad del material.

Y respecto a su preservación, ya que está expuesta al exterior, soy firme partidario de proteger la madera mediante el diseño, esto es, con una solución constructiva dada por la arquitectura, que le proporcione la orientación idónea, así como sombra y ausencia de humedad.

Cada situación aconseja una tipología de cerramiento: formatos, vidrio, forma de apertura … Pero sobre todo, y esto es válido para ventanas de cualquier material, hay que instalarla correctamente en la obra. De nada sirve disponer del mejor cerramiento si a su alrededor dejo pasar uno o dos dedos de aire.

 

¿También en Italia es el “mantenimiento” una palabra maldita, cuando se trabaja con madera? 

No soy partidario de dar a la madera un tratamiento químico pesado, ya que después voy a tener un residuo especial. Prefiero los recubrimientos naturales o, incluso, las protecciones al exterior con perfiles finos de aluminio, que cumplan una función de sacrificio, mientras contribuyen a preservar las principales virtudes de la madera en la ventana: aislamiento térmico e insuperable aspecto estético al interior.

Como arquitecto, soy más partidario del dibujo y el pragmatismo que del mantenimiento.

 

¿Contribuye el desarrollo de los herrajes a que los arquitectos podáis proyectar con vanos y cerramientos mayores?

La tecnología que existe y prosigue en el campo de los herrajes me sirve y ayuda mucho en mi trabajo. Quienes tienen que colocar las ventanas en obra no están tan felices… Nos toman por locos cuando tienen que manipular elementos que pesan 400 kilos.

Hoy es posible incorporar, incluso a casas pasivas, ventanas enormes que se abren, se baten y se cierran con facilidad, que permiten conectar espacios grandes y luminosos, sin menoscabo de la eficiencia energética.

Insisto: Donde se puede y se debe mejorar es en los sistemas de colocación de estos elementos en la obra.

 

 

¿En qué otros aspectos considera Vd. que se debe mejorar en el universo de la construcción pasiva?

Otro aspecto donde debemos progresar, en climas como los de España o Italia, es la protección solar. E integrar esta tecnología en el diseño de las ventanas. Aquí la certificación LEED® ha quedado encallada, con soluciones propuestas hace muchos años que en la actualidad ya no funcionan. La solución no puede ser hacer todo vidrio; en mi opinión se debe proyectar casas con una materialidad variada y diversa, sin exagerar con las ventanas. Hacerlas grandes sí, pero no exageradas.

Yo los llamo “acuarios” … son bonitos de ver, pero no funcionan.

 

Manuel … De cara al futuro, ¿obra nueva o rehabilitación?

Mi edificio más viejo tiene 800 años. Me dedico también a la restauración y remodelación de edificios protegidos. Allí nos encontramos mucha madera, que ha dado un servicio impecable durante siglos. Bien empleada, alejada de la humedad y protegida con aceite de linaza, con la misma técnica que se empleaba en los barcos.

 

 

Con la tecnología existente, su experiencia acumulada y sus nuevas ideas, ¿hacia dónde se dirige la forma de crear y hacer arquitectura de Manuel Benedikter?

Un tema que me está ocupando mucho es el cambio climático que vamos a tener y la economía circular que deberíamos de practicar.

Cuantos menos edificios nuevos construyamos, mejor. La remodelación de edificios es lo más sostenible que podemos hacer; es una forma de economía circular evidente.

Si construimos edificios nuevos, hemos de dar un valor a los materiales. Comparto el pensamiento de un colega alemán, Thomas Rau, que nos advierte: Los edificios son como tumbas, empleamos un determinado material, después nos olvidamos y cuando el edificio muere o cambia, aquellos materiales se convierten en escombros, en vez de ser reutilizados. Preferimos hacer edificios nuevos, aunque estamos acumulando residuos, algunos muy peligrosos.

El mundo de la construcción es uno de los más lentos y reacios a hacer cambios. De procesos y formas de pensar. El triple vidrio tardó veinte años en consolidarse en la edificación; ahora es un gran negocio y no se pone otra cosa (aunque no siempre se coloca bien en la obra).

Me gustaría llegar a hacer edificios que no tengan una lógica y un horizonte de 20-30 años, sino de muchos más. Como los que estamos remodelando actualmente en mi Estudio.

Aprovechemos los saltos tecnológicos, que se producen y son importantes, pero no desechemos los edificios por ser viejos. Se pueden remodelar y poner en servicio de nuevo, ahorrando mucha energía y muchos materiales.