La madera, al ser un material natural y por su propia composición y origen aporta beneficios a la salud mental y física. La madera aporta bienestar, por su aspecto estético, su tacto agradable, su baja conductividad térmica y su capacidad para regular la humedad que hace más agradables los climas interiores, aumentando el confort.

Todos queremos sentirnos cómodos en nuestro entorno y por ello los sistemas de calefacción, ventilación, iluminación, etc han evolucionado en busca de este confort y bienestar. Pero ¿Es el confort un sentimiento subjetivo? O ¿puede sentirse y describir objetivamente? Científicos han desarrollado métodos de medición para evaluar el confort de las personas. Uno de los criterios más importantes en esta medición es la conductividad térmica, los objetos con superficie fría se perciben como desagradables, reduciendo la sensación de confort. Por ello y al tener la madera una baja conductividad térmica se puede decir que es el mejor material para tener un entorno que ofrezca confort y bienestar.

Actualmente la madera es protagonista en la rehabilitación de edificios ya que cumple las expectativas estéticas, de peso y resistencia y por supuesto una buena relación precio-resultado. Sus posibilidades son infinitas con un buen tratamiento y diseño y se puede usar como revestimiento de edificios, uso estructural, cubiertas, mobiliario, suelos, puertas, ventanas, etc… las únicas limitaciones las pone la imaginación.

¿Pero por qué las ventanas de madera crean un ambiente agradable?

La madera es un material higroscópico, por lo que tiene la capacidad de regular la cantidad de humedad. Este es un factor muy importante ya que ayuda a las vías respiratorias y reduce el riesgo de irritación de las membranas mucosas. Además, los patógenos y gérmenes se multiplican más en zonas con alta humedad con lo que un ambiente con madera regula la humedad reduciendo la presencia de estos microbios.

Las ventanas de madera además tienen una conductividad térmica significativamente más baja que las de otros materiales. De esta manera se soluciona con eficacia el riesgo de puentes térmicos y la condensación que puede producirse en otros materiales. En definitiva, la madera es un regulador natural de la humedad relativa del aire, controla las reverberaciones acústicas y mantiene la condensación en niveles mínimos.